jueves, 1 de marzo de 2007

Queda un vacío...


... que nada puede llenar. Nos ha tocado vivir la cara más triste del Erasmus: la despedida. Pero en este caso ha sido antes de lo esperado. Hemos tenido que decir adios a un amigo. Da pena que se vaya, da pena las circunstancias en las que se va, pero se va al lugar en el que le corresponde estar ahora, donde debe estar y donde quiere estar. Ha decidido lo correcto. Pensando egoístamente nos ponemos tristes porque se va, pero pensando en él es una mezcla de una pequeña alegría y una gran tristeza, porque él está escogiendo, y escoge estar al lado de las personas que quiere, pero las circunstancias son dolorosas.

Ayer estuvimos todo el dia mi amiga Nuria y yo montando un video para la despedida. Trabajando sin parar, incansablemente, intentando escoger los mejores momentos del Spanish Ghetto. Hubo numerosos problemas técnicos al final, para exportar el video, y me he tenido que llevar el portatil de marcha, para poder ver en una pequeña ventanita el producto de nuestro esfuerzo, nuestra manera de decirle a Pablo que lo queremos, que ha cambiado nuestras vidas, que ya nunca volverán a ser las mismas, que le echaremos de menos, y que le deseamos lo mejor allá donde decida estar.

Fue grande el sentimiento de frustración por no poder conseguir las condiciones óptimas, el video tal y como fue concebido en un principio, para poder proyectarlo en el Kroeg, nuestro bar habitual. Pero conseguimos que pararan la música para nosotros, y así poder ver y escuchar el video en el pequeño portatil.

Yo hoy he estado todo el día en casa. Ayer la noche fue muy larga. Estuvimos todos juntos, disfrutando de la presencia de Pablo, riendo, llorando, conversando, bailando, ... Acabamos muy muy muy tarde. Nunca llego tan tarde cuando salgo. Realmente estoy muy doblada muchas horas antes, pero esta vez quería acompañar al amigo hasta el final. Desayunamos juntos, y a las 9:30 yo llegaba a mi casa con Pablo y Vicky. Me tocó ver todas las despedidas: Estrella, Laura, Alex, Nuria, Miguel y Vicky; todas las reacciones, el cariño, las lágrimas. A esas horas de la mañana, en que el cuerpo ya no responde y la mente está agotada, ya no tenía fuerzas. Fue muy triste para mí la despedida.

Por la tarde conseguí reunir fuerzas y bajar a casa de Pablo, a recoger unas cuantas cosas que había dejado para que se las guardara, y ver el sitio vacío ha sido desolador. Recogí una bolsa llena de cosas, sábanas, unos posters, un paraguas, ... Desenchufé la nevera, me aseguré de que no quedaran cosas orgánicas por ningún armario de la cocina, ...

Es curioso, como por ver las cosas dejadas tras de sí por una persona, puedes saber mucho de ella, sus costumbres, sus problemas, sus miedos, sus obsesiones, ...
Yo sabía muchas de esas cosas, pero si no las hubiera sabido, sólo por recoger sus pertenencias lo hubiera averiguado. Se podría saber que tiene problemas de colesterol alto por la margarina con 0% de colesterol y lecitina de soja; que es español por el jamón serrano español; que es un romántico por las velas desperdigadas por toda la habitación, por el conejo de peluche que ya estaba ahí antes de llegar él y que dejó en el mismo sitio; que le gusta comer bien, por las especias, el aceite de oliva, el vinagre balsámico de módena, las alubias; que es fumador, por todo el papel de liar y el tabaco que ha dejado atrás; que es un amigo, por la nota que me ha dejado sobre la mesa de la sala, por las llaves de la bici que le ha dejado a otro amigo.

Entrar allí lo sentí como un sacrilegio, como si entrara en un santuario donde mi presencia fuera indebida. Como espiar la intimidad de una persona. Porque cuando uno se va, las cosas que deja atrás dicen mucho de uno, porque esas cosas no están debidamente ordenadas, porque esas cosas no son las escogidas para mostrar, porque son restos de uno que uno no puede llevar consigo, porque cuando uno deja cosas, también deja cosas que se debería llevar, porque permitirte ver eso es permitirte entrar en una intimidad que nadie ve, porque esas cosas ya no volverán a ser tocadas por su dueño (en un periodo de tiempo en algunos casos), y es como una invasión, es casi como "robar", usurpar, mancillar el espacio de esa persona.

Al menos la nota dejada para mí en la mesa de la sala me tranquilizó en tanto que mi presencia no era indebida, que tenía que estar allí, y que me había tocado la tarea de ser la última persona que viera su casa como aún su pertenencia. Con detalles, cosas, restos que la hacían de él. Un honor? una pena? quién sabe como definirlo...

Hoy estoy sin fuerzas, sin poder pensar, cansada, creyendo que no tengo fuerzas ni para sentir, ni energías para seguir llorando.

Pablo, para bien o para mal, has cambiado nuestras vidas al entrar en ellas. Gracias por ayudarme a ser tu vecina. Sin ti esta experiencia en este país, en este pueblo, no hubiera sido la misma...

Suerte y fuerza allá donde estés

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ay! que cierto todo lo que dices Elena.

Que triste me siento hoy, será que aún sigo con borrachera y estoy aturdida.

Pablo, la verdad que no hay palabras para definir lo que aquí nos une. Es fantástica esta ciudad, y lo mejor de ella, vosotros.

Un beso enorme para todos.
Laura

Anónimo dijo...

La foto es bastante explícita. El vacío que deja nuestro Pablo es tremendo. Te queremos, te adoramos, te esperamos y te deseamos lo mejor en España. Ya cuento las horas para volver a encontrarnos.
Un besazo! Te quiero muchísimo.

Lomeraniel dijo...

Esa foto no es de ayer, sino de hace tiempo. En realidad me la pasaste tú, Nuria. Realmente la casa estaba mucho más vacía ayer...

Anónimo dijo...

Algo se muere en el alma cuando un amigo se va... vaya hueco que nos has dejado en el corazón Pablo!!! te echare de menos, a la hora de tomar una pintja como tu dices ;), a la hora de cocinar, de charlar, de bailar, de escalar... jo estabas en todos nuestros actos!! I misss you so muchh!!!
espero verte prontooooo. besitoss
Nuria