lunes, 5 de febrero de 2007

Guardo una tarde de sol...



una tarde de sol por si hace falta.
Ése es un tesoro que nadie podrá arrebatarme...

Manolo García


Hay días que parece que el sol brilla más de lo normal. Es aún principios de febrero, pero sientes cómo la primavera intenta colarse como puede en nuestras vidas, haciendo frente al implacable invierno. Los días son cada vez más largos, como si no quisieran irse, como si quisieran quedarse para hacerte compañía, dándote esa energía que sólo puede dar la luz del sol. Tardes ideales para pasear entre los árboles.

Hay días que el sol de la bóveda celeste no es el único que brilla. A veces las pequeñas cosas (el color de la piel de una naranja) nos hacen brillar: una canción compartida, una sonrisa, una conversación desde el corazón, un beso sueve y tierno, una mano que acaricia tu mejilla, ...

Hay días que son eso, días mágicos.

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